jueves, 19 de septiembre de 2013

El guarapo y la miel de palma de La Gomera




En la isla de La Gomera llevan más de 500 años sacando la savia de sus palmeras para hacer una bebida dulce y energética, el guarapo, y la miel de palma. Este dulce, menos empalagoso que el  que hacen las abejas, se usa tanto en la medicina popular de la isla como en su cocina tradicional. Con ella se acompañan platos, se elaboran cócteles y ricos postres (frangollo, quesillo, leche asada…) de los que hablaré otro día porque merecen una entrada propia en el blog.

Aunque era una actividad propia de todas las Islas Canarias, el “guarapeo” se ha olvidado con el tiempo… y a día de hoy se realiza exclusivamente en el norte de La Gomera.  Solo con las palmeras de esta zona se sacan unos ¡¡50.000 kg de miel de palma al año!! 

Como cualquier elaboración de producto típico, el guarapeo es todo un arte:

Se eligen las palmeras en función de su altura, situación geográfica, altitud y humedad: las altas, de 5 a 7 metros, y viejas son las que dan mejores guarapos.

Se limpian, para poder trepar con comodidad, y se descogollan:  se cortan las pencas, las hojas centrales y jóvenes dejando al descubierto la parte superior del palmito 

A los 20 días se prepara “el campo”, la superficie por donde manará el guarapo, y comienzan “las curas diarias”: cada atardecer, el guarapero subirá a la palmera y cortará una lámina del campo para que, durante toda la noche, broten unos 12 litros de savia que se almacenan en un recipiente; al amanecer se filtran y se preparan para cocinar. 

Este proceso es diario porque la abertura que se le hace a la palmera se seca con los rayos del sol y deja de manar salvia. Durante 4 meses, desde marzo-abril a agosto-septiembre las palmeras están dando guarapo  full time.
El guarapo obtenido se pone al fuego cuanto antes (o se congela), para que no fermente. Tras 4 horas  de lenta cocción, alcanza la consistencia de la miel y se envasa.  No tiene ningún tipo de añadidos, ni siquiera azúcar. Es pura palmera cocida: para un litro de miel se usan, aproximadamente 8 litros de guarapo.

Es importante señalar que, a pesar de “herir” la planta cada día, ésta no corre peligro. A diferencia de otras partes del mundo donde se realiza  el guarapeo, en Canarias esta actividad es sostenible: la cura de la palmera se protege con una hoja de palma y se evita el acceso de roedores sedientos de dulce savia con la colocación de una lámina de latón. Así, a los pocos días de sacar guarapo, la planta comienza a echar brotes nuevos.

Para terminar, os dejo las propiedades del guarapo: digestivo, depurativo y, en comparación con la miel de abeja,  aporta más minerales, tales como el  hierro (+11%), fósforo (+56%) y magnesio (+216%). También es más calórico, todo hay que decirlo.

Curioso el guarapo, ¿no?

lunes, 9 de septiembre de 2013

Mantequilla de Soria


 "Es que yo no soy de tomar tostadas con mantequilla"

Esta es la respuesta que tantas veces oigo cuando insisto a alguien que va a Soria para que no salga de ahí sin un buen acopio de latas de Cañada Real, York, El Torero, Miranda Arranz o Ramiro, los productores con la Denominación de Origen Protegida "Mantequilla de Soria".

Y es que no es excusa: croquetas, postres, salsas, cremas de verduras... se convertirán en maravilla con unas cucharadas de esta delicia.

Su origen se encuentra en el pequeño Valle del Tera, al norte de la provincia. Allí las vacas se alimentan con pastos divinos y todavía quedan lugareños que la hacen de manera tradicional:

Guardan la leche al raso durante un par de días para que haga bastante nata y de ahí pasa al manzadero, un tronco de olmo o sauce hueco. Con la rolda, un palo que acaba en un corcho circular con agujeros, se manza la leche: se agita de manera parecida a tocar una zambomba, para que nos entendamos. Así, poco a poco se va desprendiendo la manteca. Después de manzada, la echan en un plato donde se le añade un poco de agua para darle más pureza (ya que el agua y la grasa no se mezclan). A golpes de cuchara se saca el rollo de mantequilla.

A no ser que seas amigo de algún nieto de estos señores/as, posiblemente nunca la pruebes fabricada de este modo, ya que a día de hoy toda la producción está industrializada. Aún así, doy fe de que se nota muchísimo la diferencia. Las pastelerías de Soria saben lo que hacen.

Si os decidís por comprarla hay tres clases: natural, salada y dulce. Ésta última, la rosa, es la más popular, ya que su elaboración es exclusiva de Soria... pero para mí es demasiado dulce. Yo me quedo con la natural... 

Ya me contaréis.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Judías de El Barco de Ávila



¿Has estado alguna vez en la Sierra de Gredos? Barco de Ávila es un pueblo maravilloso. Mientras estuvimos allí, maté un lobo. La garra de un oso está clavada en la puerta de la iglesia - buenas truchas - el Río Tormes que fluye hasta Salamanca - cabras salvajes. Se come mejor que en Botín - los mismos platos - habitaciones grandes y limpias - sin chinches - terriblemente inteligentes - toda la gente amable - una vieja bandera de Garibaldi de la primera república en la Verbena de San Juan - todo por 8 pesetas al día.

Así le contó Hemingway a su colega John Dos Passos cómo lo gozó en Barco de Ávila, allá por 1931.

Barco se encuentra a 80 km al sur de Ávila, en plena Sierra de Gredos. Es una localidad fundamentalmente turística, pero aún conserva prácticas agrícolas tradicionales, como las que se emplean en el cultivo de sus famosas judías.

Uno no puede salir de allí sin un saquito de estas legumbres, que fueron las primeras en conseguir la Indicación Geográfica Protegida , por su finura y su sabor. Un manjar a 1,5 euros la ración. Compensa.

Estas judías se siembran en mayo-junio. Antes, se ha dejado descansar la tierra durante todo el invierno y se ha puesto a punto desde el mes de marzo. A lo largo del verano se cuida de las plantas y del terreno que, de bajo ph, se riega cada 8 días con las finas aguas de Gredos, bajas en cal. En septiembre, cuando el fruto está maduro, se arrancan las plantas y en 2 o 3 días se separan los granos. Dependiendo del clima, la cosecha puede alargarse hasta octubre.

Se recolectan entre 70.000 y 100.000 kg de judías al año. Hay siete variedades:
. Blanca riñón: La más demandada, blanca, grande y muy suave.
. Redonda o manteca: Elíptica y de tamaño medio, va muy bien para guisar con oreja de cerdo.
. Planchada:  Plana, con forma de riñón, es perfecta para ensaladas, estofadas con caza o guisadas con almejas.
. Judión, de gran tamaño.
. Arrocina: La más pequeña y de gran calidad. Original de la zona, se suele usar para consumo propio.
. Morada larga:  Es un aporte importante de hierro y proteínas
. Morada redonda:  Más pequeña, muy fina y de escasa producción.

A la hora de cocinarlas es necesario que estén a remojo 12 horas. Para que estén más tiernas se cambia el agua, cuando comiencen a hervir, por agua fría... o se “asustan”, rompiendo el hervor con un cazo de agua fría. Lo suyo es cocinar a fuego lento y continuo, para que no se rompan.